QUIJOTES

QUIJOTES (2021)

 

Tríptico. Acrílico sobre madera. 30 X 20 cm.

Miguel de Cervantes y Lope de Vega ocuparon polos opuestos del mundillo del arte en el Siglo XVII.

Mientras el primero pasaba penurias económicas y le era difícil que sus obras fueran representadas y publicadas, el segundo era una personalidad arrolladora que brillaba en sociedad y sus textos tenían un éxito abrumador.

Cervantes y Lope encarnan una dicotomía que de tan obvia nos podría parecer falsa, pero que algo de cierto tiene:

el artista de búsqueda y el artista popular. 

Poco antes de que Cervantes publicara la segunda parte del Quijote, un tal Alonso Fernández de Avellaneda se adelanta y publica una segunda parte apócrifa firmada por él. Se apropia del personaje y lo usa en un libro que pretende cosechar el interés que la primera parte del libro de Cervantes había generado. No busca crear algo nuevo a partir del original, sino capitalizarla para sí .

Pero Cervantes, y esto es lo importante de esta anécdota, al enterarse de la impostura realiza lo inédito: incorpora al falso Quijote a su segunda parte y lo enfrenta con su verdadero Quijote, quien dentro de la ficción lo vence. Usa el terreno de la ficción para dirimir lo que pasa en la realidad.

Se sabe que antes de publicar el Quijote, Cervantes le dió el manuscrito a Lope, quien se quedó pasmado frente a  ese ovni con forma de libro. Hay personas que aseguran que la mano detrás del Quijote de Avellaneda es la de Lope de Vega enloquecido por los celos. Yo no lo creo.

Si alguna moraleja encuentro en este caso, es que el ecosistema artístico necesita de artistas populares, artistas de búsqueda y también de esos otros artistas que van buscando sumarse a los vientos que ya corren, artistas de la doxa que buscan a toda costa identificarse con categorías preexistentes en aras de conseguir algún rédito. 

Todas los artistas son necesarias para que de vez en cuando, cada cincuenta o cien años surja una cosa inédita y hermosa.