Diego Luna. Críticos y defensores

Los acontecimientos (en mi opinión)
En los últimos días hubo un debate sobre la representación en redes sociales. En el centro del asunto se encuentra Diego Luna, actor y promotor de diversas iniciativas, entre las que destacan un centro de acopio para víctimas del terremoto y el festival de documentales Ambulante.
Todo inició, creo, cuando Luna y García Bernal comenzaron a llamar la atención sobre la Ley de Seguridad Interior que estaba por ser votada. Ambos actores instigaron a los senadores a generar un debate más amplio/plural y más serio/cuidadoso antes de aprobar la ley.
Junto con otras organizaciones, coordinaron una proyección del documental “La libertad del diablo”, afuera del senado y apoyaron manifestaciones diversas.
En medio de estas actividades el senador Javier Lozano se enfrascó en una discusión con los actores, vía twitter, en donde los instaba a, en pocas palabras, “no opinar de lo que no sabían”. Bajo el supuesto de la especialización les pedía silencio.
El intercambio continuó cuando los actores le señalaron que era inadmisible su actitud como representante y criticaron su manera de enfrentar la arena pública. El senador contestó obviando el fondo y señalando unas supuestas faltas ortográficas. A los pocos días la RAE corrigió al corrector dejándolo en ridículo.
La inmadurez de Lozano es evidente: su manera de relacionarse con ciudadanos que exigen ser escuchados, habló mucho de la idea de representación que tiene y de la manera en la que percibe su cargo.
Pero la cosa no acabó ahí, días después se votó y aprobó la ley. Al igual que muchas otras personas y organizaciones que se apoyaban en las recomendaciones de la ONU, la CNDH e innumerables organizaciones nacionales e internacionales que se pronunciaron en contra de esta ley; los actores continuaron su actividad en contra de esa versión de la Ley de Seguridad solicitando al presidente que la vetara.
Luna y García Bernal hacen lo que las personas famosas tienen la posibilidad de hacer. Poner las miradas que están sobre ellas, en donde consideran que debe estar puesta la atención de la sociedad en un momento determinado. Es una decisión política de dos ciudadanos y sobra decir que están en todo su derecho.
En esas andábamos cuando se anunció que Diego Luna participaba en las grabaciones de la tele serie “Narcos” y ahí se desató la confusión.
2 Las reacciones (más mi opinión)
Ahí se desató la confusión, muchas personas se sumaron a Lozano en twitter y externaron que los actores no debían opinar sobre política, que no debían hablar sobre lo que “no sabían”. En el fondo del argumento había algo así como: los actores se dedican a la ficción, no les competen “las cosas de verdad”, como si los actores no fueran ciudadanos, como si los ciudadanos no pudieran opinar.
Como si los actores sólo pudieran hablar de ciertos temas. Como si en democracia la delegación de la representación fuera absoluta e irrestricta, como si los asuntos públicos fueran asunto de los políticos y como si los ciudadanos, por no ser “especialistas”, no tuviéramos posibilidad de participar más allá del voto. Una percepción muy equivocada del papel de los ciudadanos en una democracia representativa.
A raíz de la participación de Diego Luna en la tele serie “Narcos”, varios personajes salieron a descalificar a Luna tachándolo de incongruente, de hacer apología del narcotráfico y a la vez de criticar la Ley de Seguridad, etcétera.
De inmediato salieron muchas voces a manifestar su apoyo a Luna.
El problema de los críticos es que lo cuestionan/atacan por una tele serie que se acaba de empezar a grabar, se le juzga por algo que no existe aun, pretenden desacreditarlo en base a especulaciones. Pero lo que varios de sus defensores optaron por hacer, fue una operación igual de problemática y que al igual que la de Javier Lozano reveló mucho de lo que piensan sobre el terreno de la representación, de la ficción y de la responsabilidad.
León Krauze escribió:
Aquí la “VIDA REAL” funciona como oposición a lo “ACTORAL”, como si lo actoral sucediera fuera de este mundo.
El periodista no comprende que si los actores nos dedicamos a lo «actoral», es porque confiamos en que es un territorio que tiene repercusiones profundas en lo «real».
La oposición es bastante elemental y creo que a estas alturas del siglo XXI no podemos seguir pensando que las representaciones de la realidad son inocentes. Lo “actoral” produce realidad: ¿Dónde aprendimos a sentir el mundo? ¿Qué tanto de nuestra vida proviene de las representaciones que consumimos? ¿No están nuestras experiencias más íntimas moldeadas por las representaciones que hemos experimentado sobre: sexualidad, vida de pareja, luchas políticas, etc.?
El periodista considera que lo que hace Luna en la “VIDA REAL” es lo que debe ser valorado porque lo que hace en su profesión: lo “ACTORAL”, es algo excusable, prescindible, menor.
La crítica de cine Fernanda Solórzano:
Me sentí estúpido, porque yo pienso que es por los personajes que interpreta un actor por lo único que se le puede juzgar. Partimos de que no se puede juzgar a las personas por cuestiones de las que no son responsables; a mí se me hace una “estupidez” juzgar a alguien por ser chaparro o alto o moreno o europeo o mujer.
Pero resulta que los actores sí somos responsables de los personajes que interpretamos.
En un contexto de ficción no somos responsables de lo que producimos como acción pero sí de la representación que generamos. En una ficción no soy responsable de matar a mi padre, pero sí de representar un parricidio de tal o cual manera. No soy responsable de cachetear a una mujer, pero sí del sentido de la representación que estoy produciendo. Las acciones se juzgan no por lo que son sino por la representación que producen.
Pienso en la película “Pink” y me queda claro que a los actores que interpretaron esos personajes debe juzgárseles por los personajes que interpretaron y el discurso que enarbolan. Pienso en las actrices de «¿Qué culpa tiene el niño?» y creo lo mismo.
Actuar es generar representación y los actores sí somos responsables de dar cuerpo a ciertas representaciones. Si un actor no es responsable de los personajes que interpreta ¿De qué sí es responsable? ¿A quién se le puede juzgar por los personajes que interpreta un actor? ¿Al director? ¿Al guionista? ¿A sus papás?
Nadie, creo, ni siquiera los críticos de Luna, que son el colmo de la estulticia, pretendían juzgarlo por haber realizado una acción dentro de la ficción, sino por las (supuestas) implicaciones políticas de una representación (aun inexistente).
En resumen, la historia da un vuelco muy extraño en el que los críticos de Luna pareciera que se toman lo actoral y sus implicaciones en serio. Mientras que algunos defensores al responder a los críticos, nos muestran que para ellos los actores no son responsables de las representaciones que producen, que la ficción apenas importa, que vamos a hablar en serio, que lo actoral poco preocupa, niños vayanse a jugar a su cuarto.
Diego Luna tiene todo mi apoyo, porque está siendo criticado/atacado por manifestar su opinión sobre política y ejercer su ciudadanía, porque está siendo criticado/atacado por una ficción que no existe aun. Pero de ahí a pensar que no pueda ser juzgado por los personajes que interpreta, por las representaciones que produce, por su trabajo actoral… bueno…. en fin…. de locos.
Gabino Rodríguez.
Posdata: El estimado Chema Yázpik, en el marco de este debate, lanzó una idea que me parece que abre otra discusión.
En esencia el twitt de arriba, parte de la pregunta ¿cuál es el trabajo del actor? No se si estoy de acuerdo con la respuesta que da, pero como ejercicio, podríamos cambiar la palabra “actor” por “político” y ver qué nos pasa y seguir pensando:
¿Cuál es el trabajo del actor? ¿Cuál el del político?