LAS MENTIRAS DE MIS MAESTROS

.[1]

Arte:

Pienso que es necesario volver a mirar las obras artísticas como lo que son: obras artísticas. El Arte no necesita nada más, se basta solo y lo puede todo.

Advertencia 1:

Este texto pretende expresar ideas que van en signo contrario a muchas que enarbolé durante algunos años. Supongo que se me acabó la pertinencia de escribir sobre aquellas, supongo que el mundo cambió o yo cambié… algo pasó.

Ideas Artísticas:

El Arte tiene ideas que le son propias. Ideas que no pueden ser traducidas, que sólo se expresan en el medio al que pertenecen. Pueden ser pictóricas, musicales o cinematográficas. Ideas endémicas que se resisten a ser transportadas a otros campos, que se niegan a expresarse fuera de sus propios términos. Ideas vernáculas.

Otros fines:

Durante la historia de la humanidad se ha intentado usar al Arte para los más variopintos fines: legitimar a una u otra divinidad, mostrar el estatus de unos pocos, educar a las masas, instigar la revolución, etc.  Pero los fines sociales, por más nobles o despreciables que sean, no tienen nada que ver con las ideas artísticas, vernáculas. Sin éstas no hay Arte.

Exageración:

Muchas autoras han insistido en la necesidad de poner atención a las políticas que las obras artísticas enarbolan, a las relaciones sociales que la obra visibiliza. Cada época privilegia un tipo de lectura de la obra artística y hoy la interpretación política se ha vuelto mandato. Me parece que ha sido un proceso importante y necesario: sacar a la obra artística del vacío y relacionarla con las coordenadas socio políticas en las que se produce y se inserta. Pero hemos pasado al extremo de considerar esto la teleología de la obra artística y eso no debe ser así, no siempre así.

Arte político:

El arte no es política y pensar que el signo político de una obra es un argumento artístico es un error. Tener opiniones políticas “correctas” no implica ningún mérito artístico. Las obras no son columnas de opinión con las que debemos estar de acuerdo, son artefactos mucho más complejos.

Arte político 2:

Si consideramos el despliegue de una visión política del mundo como el fin último de la obra artística o privilegiamos nuestros juicios sobre las coincidencias o divergencias con la visión moral que las obras de Arte proponen; nos quedamos frente a una obra en la que las ideas artísticas están supeditadas a fines que el Arte no puede, ni quiere, alcanzar.

Arte político 3:

Por supuesto que el Arte puede incidir sobre la manera en la que entendemos y nos relacionamos con la política. Claro que las obras artísticas esgrimen posturas políticas, pero éstas solamente funcionan cuando van más allá lo que se puede explicar con palabras, cuando se hace por medio de ideas artísticas.

Artistas y activistas:

Varios artistas por los que tengo un enorme respeto separan tajantemente su practica como activistas y su trabajo como artistas. El argumento que subyace esta decisión es que al trabajar en el activismo se tiene una causa clara, se busca un fin específico, concreto. Se puede medir la eficacia de las estrategias, se puede triunfar o fracasar.

Pienso que el lenguaje del activismo, para ser eficaz, debe ser claro y directo. En el Arte no es así, no siempre así.

Políticos y artistas.

La política y el arte operan en arenas distintas. Tocqueville advirtió que lo que era meritorio en un escritor era un vicio en un hombre de Estado: la desinhibición, la sinceridad radical, el confrontar los límites morales, el proponer hipotéticos escenarios catastróficos o imaginar paraísos terrenales son virtudes en el artista pero no en el político.

Idea suelta:



No todo lo personal es político.



Obviedad:

No todo arte es político.

Manual de Carreño:

Hoy el Arte está sitiado por proyectos que enarbolan una serie de valores positivos. Que se posicionan del lado “correcto”. Muchos de estos proyectos comparten la estrategia de enunciar lo que se piensa, el despliegue de la convicción personal como fin último. Temas sustanciales en el debate público que n: la sociedad patriarcal, los privilegios raciales, la mirada colonial, el lugar de las minorías, autogobierno etc. Proyectos inofensivos que componen el manual de Carreño de la izquierda cultural.

En Arte las buenas intenciones no me parecen suficientes, en Arte me siguen interesando los problemas.

Tribuna y tribunal:

La hegemonía de la lectura política de las obras se da sobre todo en las redes sociales,  en donde se erigen múltiples tribunales de lo que está bien y lo que está mal.

Esto produce a su vez un clima para la creación, un clima de miedo: obras que se crean sabiendo que serán vistas por cesares con los brazos estirados y los pulgares indecisos, obras que tienen miedo a equivocarse, a ser encontradas en falta.

El problema de este miedo es que no es productivo sino paralizante.

Las redes sociales:

Instagram y twitter han cristalizado una manera de acercarnos a la obra artística (por medio de una imagen o un video muy corto) y al debate de la misma (por medio de muy pocos caracteres). Pero sobre todo han establecido un clima, una temperatura para reflexionar sobre las obras.

Crítica:

Sí existen espacios de crítica. Muchos fuera de los esquemas tradicionales. Crítica entendida como actividad del pensamiento, tiempo y espacio dedicado a pensar una propuesta artística. Pero ahora la legitimidad se juega, cada vez más, en las redes sociales y no es ahí precisamente donde encuentro crítica.

No se olvida:

No hay que olvidar que las redes sociales no son espacios neutros. Instagram, Twitter y Facebook son espacios privados que pertenecen a compañías, que deciden cada vez más: cómo, cuándo y dónde vemos lo que vemos. Configurando una manera en la que pensamos el mundo.

La red:

No podemos, no debemos seguir subestimando los algoritmos.

Hipótesis:

El Arte sucede en la realidad pero no es la realidad. Es una expresión humana que genera un estado de excepción, una interrupción, una pausa.

Claro que las obras de Arte afectan la realidad, pero esa afectación no debe ser pensada bajo las mismas coordenadas y estándares que aplicamos a la realidad.

Duda genuina:

¿Debemos permitir en el Arte, a manera de representación, lo que no permitiríamos en la vida?

Moral retroactiva:

 A la democracia ateniense la sostenían los esclavos. Para nosotras esa sociedad sería absolutamente inaceptable, sin embargo podemos estudiarla y entender el valor que tuvo hace más de 2000 años.

¿Cómo nos relacionamos con obras de Arte que a pesar de tener ideas artísticas importantes, refuerzan concepciones políticas y morales que hoy consideramos inaceptables? ¿Las prohibimos? ¿Las llenamos de advertencias?  ¿No hacemos nada?

Creencia personal:

El conflicto con lo establecido es y debe seguir siendo parte constitutiva del Arte.

Obras y artistas:

A últimas fechas se han destapado casos de personas que hicieron obras de Arte importantes y que tuvieron conductas reprobables. Personas que acosaron, chantajearon, delinquieron o abusaron de su poder. Y me surgen las mismas preguntas ¿Qué hacemos con esas obras? ¿Las ignoramos? ¿Las presentamos con una clausula de exención de responsabilidad? ¿Las borramos de la historia? ¿Hacemos como si no hubiera pasado nada?

Propuesta insegura:

Creo que sobre identificar a la artista con la obra es un error. El Arte es más grande que las artistas, trasciende a las personas que lo crean.

Si nos es imposible separar vida y obra en el Arte ¿tendríamos que aplicar esta medida a todas las áreas de la actividad humana? Cruzo los dedos porque quien descubra la vacuna contra el VIH sea una mujer ejemplar o un hombre impecable.

La excepción y la regla:

Me interesa el arte como territorio de excepción. El arte no es la realidad, está por encima de ella.  Y aunque sus modos de producción se inscriben en la realidad y deben ser analizados en consecuencia, no así las obras, a las que deberíamos permitir un margen de movilidad más amplio. Debemos eliminar la supuesta equivalencia entre Arte y realidad. Hay cosas que son aceptables en la obra de Arte, pero no en la realidad.

Qué sí y qué no:

Es por eso que tenemos que ser muy cuidadosos al definir la práctica artística. Porque hay iniciativas que buscan difuminar la línea entre Arte y negocio. No es lo mismo, ni es igual.

Gato por liebre:

No se confundan, Netflix es un negocio.

Quisiera:

Un Arte que resulte en problemas morales, éticos y políticos. Pero no siguiendo los lineamientos de la realidad, sino otros: los del Arte.

La dictadura del arte:

Hay que volver a romantizar el Arte, recordar que el Arte lo puede todo.

Gabino Rodríguez

  

PD:

Parafraseando a mi maestro Cesar Aira: no sé cómo un joven se decidiría a volverse artista. Antes los artistas eran personas que vivían vidas que daban ganas de vivir; hoy son señoras y señores que opinan sobre políticas culturales en twitter y otras cosas igual o más aburridas.

Deja un comentario