QUE VIVAS TIEMPOS INTERESANTES

PARTE 1

Estamos viviendo tiempos interesantes, tiempos en el que el viejo orden está chocando contra un nuevo modelo, aun en construcción, que busca cambiarlo. Los diversos movimientos feministas actuales[1] están transformado de manera muy profunda las dinámicas y acuerdos tácitos de algunas franjas de la sociedad mexicana. Un sector que se ha visto profundamente tocado por estos cambios es el sector cultural.

Es claro que el poder judicial no tiene mecanismos para escuchar y encauzar las justas demandas de las mujeres, así que éstas han buscado otras formas de hacer oír sus exigencias. El cambio no ha sucedido, el cambio está sucediendo, de ahí que las personas y el campo de la práctica cultural estemos enfrentándonos a dilemas a los que nunca nos habíanos enfrentado. Y si bien son las mujeres quienes han realizado y seguirán articulando la manera en la que se piensan y se narran los cambios, hay asuntos que nos toca reflexionar a todas las personas y tienen que ver con cómo vamos a incorporar estos desplazamientos a la vida cotidiana, al día a día.

Hay por lo menos tres espacios distintos en los que se enfrentan estos dilemas: el nivel personal, el de un colectivo transitorio y el nivel institucional.

1- A nivel personal todas hemos tenido que tomar posturas frente a personas o eventos relacionados con señalamientos derivados de los movimientos feministas actuales. Creo que estas posturas dependen de nuestras convicciones personales, nuestro grado de relación con el caso, del conocimiento que tengamos de la situación, de nuestra voluntad por abrir un diálogo o por considerarlo estéril. Al ser personales, estas posiciones no deben ser consensuadas: se ciñen a lo que en nuestro fuero interno consideramos que es lo correcto.

  1. Los colectivos transitorios también han tenido que reaccionar y decidir qué hacer: una compañía de teatro que ve acusado a uno de sus miembros, una película en la que un actor es acusado de violador, un grupo de alumnos que debe fijar una postura frente a un docente señalado como agresor, etc.  En estos casos las desiciones requieren algún tipo de consenso o por lo menos de discusión entre los miembros del grupo, quienes no necesariamente tienen la misma información, ni comparten las mismas convicciones[2].
  1. El nivel institucional requiere de otros mecanismos para fijar posturas y tomar desiciones.

A diferencia de los otros dos niveles, las instituciones públicas deben actuar bajo reglas claras y el establecimiento de éstas debe partir del derecho que todas tenemos de vernos representadas en las instituciones públicas.

En este texto me interesa abordar la manera en la que se ha reaccionado a diversas demandas de los movimientos feministas actuales a nivel de las instituciones.

En los últimos meses se han dado varios casos en los que instituciones culturales públicas toman desiciones (u omiten tomarlas) que en su mayoría han resultado en posicionamientos erráticos: las instituciones y sus voceros han evadido la conversación de fondo y no han sembrado precedentes.Tres ejemplos que incluyen al INBAL al IMCINE y al FONCA[ 3]:

Caso 1

Según se la Coordinación Nacional de Teatro del INBAL programó una obra escrita por tres personas, una de las cuáles era Edgar Chías quien ha sido señalado por varias mujeres como abusador, tanto en redes sociales, como ante autoridades de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM donde da clases. La obra en cuestión, «Forcados», recibió menciones en redes sociales reclamando a la institución el dar espacio a este dramaturgo.

La «solución» fue tachar el nombre de Edgar Chías de toda la comunicación de la obra. No retiraron su texto, ni tampoco redactaron un comunicado con la postura oficial, simplemente tacharon el nombre y atribuyeron ese texto a una creación colectiva. La decisión que se tomó fue decir una mentira: decir que ese texto fue una creación colectiva y hacer como si no hubiera pasado nada.

Ignoro cómo se llegó a esta determinación, pero por supuesto que quedan muchas preguntas abiertas ¿A los cuántos posts en redes sociales la Coordinación Nacional de Teatro decide tachar un nombre? ¿Es tachar el nombre en lo oscurito y dejar el texto un acto de solidaridad con las victimas? ¿Cuáles son los mecanismos para evaluar casos como éste? ¿Bajo qué parámetros se van a afrontar estas crisis en el futuro? ¿Cómo respalda una institución la(s) causa(s) de las mujeres?

Caso 2

Otro ejemplo es el del IMCINE. El Festival de Cine en el Desierto, de Hermosillo, invitó al cineasta Carlos Reygadas a presentar su última película y a dar una «conferencia magistral».

Antes de que pasara lo que ahí pasó, IMCINE (aunque apoyó al festival y difundió por medio de sus redes algunas de las actividades) no publicitó ninguna actividad del cineasta, al parecer como respuesta a que fue señalado en el #metoo como abusador. Dicen que había la consigna de no promocionar actividades en las que se incluyera el nombre de Carlos Reygadas, decisión que se puede comprobar en el twitter de la dependencia.

Creo que la medida está poblada de buenas intenciones, pero una vez más no tenemos ningún tipo de información y lo menos que podemos esperar es que se transparenten los mecanismos mediante los cuáles se les da o niega apoyo, promoción o visibilidad a ciertas personas y a otras no. La falta de articulación de una postura pública al respecto, no permite que el gesto sea leído como una postura de la institución, y así se evitan tanto las críticas como las muestras de apoyo. Se evita la conversación de fondo.

Caso 3

Mariana Moyers etiquetó al FONCA en twitter:

«Oigan @FONCAMX …¿Qué onda con el preseleccionado que me golpeó y violentó? Creo que la ética no es una categoría del arte, pero sí de las personas responsables de encumbrar a los potenciales feminicidas…se siente gacho pensar que no les importa ¿porque sí les importa, no?»

Su tweet me parece que señala el centro de la discusión: ¿Qué van a hacer las instituciones frente a las denuncias? ¿Algo o nada? No me parece que la respuesta a esta pregunta sea obvia, por lo que creo que la deberíamos tomar con seriedad.

El FONCA respondió a éste y otros señalamientos con un comunicado, a mi parecer bastante general, en el que decían que estaban muy preocupados y que iban a actuar pero no decían especificamente cómo ni cuándo. Un texto en el cual dicen que se apegan al marco legal y con un tono de suficiencia nos quieren dar a entender que tienen todo bajo control. Ya sabemos que bajo el marco legal vigente no pueden tomar medidas, el asunto sería plantear la conversación y eventualmente revisar ese marco legal. A la fecha, que yo sepa, no se ha dicho nada más.

Hasta aquí con los ejemplos.

No dudo de las buenas intenciones de las funcionarias y funcionarios. Pero soy bastante escéptico de que los caminos que han elegido tengan la contundencia que la coyuntura demanda.

¿Deben las instituciones culturales tomar medidas sobre temas que no se encontraban dentro de su competencia? ¿Las instituciones deben ignorar esos señalamientos? Si deciden tomar acciones ¿cómo deberían hacerlo, bajo que criterios? ¿Cómo van a actuar las instituciones culturales frente a problemas que no habían tenido antes?

Los derechos no se ejercen en el vacío y la manera en la que las ideas se llevan a la práctica es mediante una serie de medidas que diferentes actores sociales llevan a cabo, entre ellos las instituciones. A mi parecer las instituciones culturales del Estado sí deben realizar acciones que hagan que las mujeres puedan desarrollar sus actividade profesionales en ambientes libres de violencia y en condiciones parejas. Tenemos que crear mecanismos dentro de las instituciones y no dejar que las desiciones se tomen bajo el criterio del funcionario en turno, porque pasar por alto las reglas y aplicar criterios no consensuados ni discutidos públicamente abre puertas y siembra precedentes indeseables.

Supongo que apoyar las legítimas demandas feministas pasa por admitir que no sabemos qué hacer y dejar de evitar el escándalo. Enfrentar con valentía una conversación difícil y tensa pero necesaria y cada vez más ineludible. Yo, por supuesto que no tengo respuestas, pero creo que las instituciones tampoco y tal vez deberían admitirlo y pedir auxilio.

Las consecuencias de que las instituciones asuman posturas en estos temas son reales (inconformidad de los afectados, ajustes legales para poder hacer cumplir normas antes inexistentes, demandas de quienes se sientan agraviados, voces que invoquen la libertad de expresión y un largo etcétera) pero me parece que es importante abrir la conversación y encararla con valentía.

PARTE 2

Esta parte del texto se compone de una serie de ideas transitorias, que no buscan más que abrir la discusión, no aspiran presentarse como una solución, ni como una forma final, intentan, si acaso, contribuir a activar la conversación. Son ideas, algunas más armadas que otras y un poco inconexas, sobre temas que se relacionan con lo que aquí se quiere tratar: posibles procedimientos institucionales para tomar en cuenta el complejo archipiélago de posturas y demandas que los movimientos feministas actuales están poniendo sobre la mesa.

Muchas de estas ideas han surgido en conversaciones o directamente son de otras personas.

Las personas:

Sergio López Vigueras, Chantal Peñalosa, Martín Acosta, Luisa Pardo, Daniela Arroio, Mariana Villegas, Nicolás Pereda, Andrea Bussman, Mariana Gándara, Francisco Barreiro, Mariana Moyers, Garbiñe Ortega, Fernando Alvarez Rebeill, David Gaitán, Marina Azahua entre otras.

Sobre las lllamadas cuotas [4]:

La igualdad en democracia no presupone una igualdad en todo, no se opone a las diferencias sociales ni culturales, no impide las distinciones por mérito o por capacidades, no es igualitarista, es una igualdad para el pluralismo y la hay de dos tipos: jurídica y política: todas las personas son iguales ante la ley y todas las personas tienen derecho a postularse para gobernar.

Pero ¿qué es lo igual? Puedo decir que dos bolas de billar son iguales, pero aquí lo igual significa idéntico, pero cuando hablamos de igualdad entre seres humanos hablamos de un problema de justicia. Aristóteles decía: injusticia es desigualdad, justicia es igualdad. Pero él mismo diferenciaba entre igualdad aritmética e igualdad proporcional, una es lo mismo para todos y la otra es cosas iguales a iguales y desiguales a desiguales y por lo tanto lo mismo a los mismos.

A lo largo de los años las sociedades han comenzado a hablar diferentes tipos de igualdad y cada una de ellas plantea problemáticas particulares. Además de la igualdad jurídico- política, se habla de igualdad social, igualdad en las oportunidades e igualdad económica.

Tomemos como ejemplo la igualdad de oportunidades: esta igualdad no se limita a que todos tengamos nominalmente posibilidad de acceso a lo mismo, sino a la idea de que tenemos que tener las mismas oportunidades de tener esas oportunidades.

Una cosa es decir igual acceso a todo para todos en razón del mérito, y otra totalmente distinta es iguales condiciones de partida que den a todos iguales capacidades iniciales. Porque los puntos de partida iguales hay que fabricarlos, el pobre (asumiendo que todas las sociedades actualmente tienen asimetría económica) siempre estará en desventaja con el rico así que para tener puntos de partida iguales hay que tener tratamientos desiguales. La libertad de acceso a la oportunidades es anti-discriminatoria, se pretende que nadie sea excluido, pero los puntos de partida iguales implican discriminaciones compensatorias.

En el caso de las cuotas de género, pienso que debemos de implementar cuotas para todo lo que signifiquen igualación en los puntos de partida y no intentar crearlas desde los puntos de llegada. Creo que tenemos que generar igualdad aritmética para la producción (que el INBAL, la UNAM, el IMCINE y las demás instancias productoras produzcan el mismo número de obras hechas por mujeres y por hombres). Pero no intentar igualar desde los puntos de llegada: es decir desde la selección en festivales o las premiaciones. Creo (creo que creo) que igualar mediante los puntos de llegada genera resultados contraproducentes porque vacía de sentido lo que pretende paliar.

Sobre actuar o no actuar a partir de los señalamientos en #metoo y otras denuncias:

No estoy muy seguro de este párrafo, es un intento de articular una intuición.

Creo que tenemos que diferenciar entre señalamientos sobre abusos cometidos en espacios de trabajo o derivados de la posición de poder de la persona que abusa y los que se dan en el plano personal.

Estoy convencido de que hay violencias personales que son asuntos públicos (y la violencia de género es una de ellas) pero no pienso que debamos dejar que las instituciones culturales tomen medidas por las cosas que suceden en el ámbito privado de las personas, creo que las medidas que deben tomar las instituciones culturales deben estar relacionadas a abusos que se den o hayan dado alrededor del ejercicio de las actividades que conlleva la práctica cultural.

Como sociedad es urgente tomar medidas para TODAS las demandas, pero a mi parecer, las agresiones de género que no suceden como derivadas de la práctica culturan deben turnarse a otras instancias, ya que éstas exceden las posibles competencias de las instituciones culturales.

Va otra vez para que no quede duda sobre lo que quiero decir: No resto ninguna gravedad a los señalamientos que suceden fuera del ámbito de las actividades culturales, pero pienso que estos deben ser dirimidos (además de en el plano judicial) en los niveles personal y en el de los colectivos transitorios y no en el nivel de las instituciones culturales, simplemente porque considero que las instituciones culturales no pueden hacerse cargo de todo el problema, sino de una parte (bastante extendida) que entra dentro de su esfera.

Y aunque partimos de que las instituciones de procuración justicia están muy rezagadas y no tienen los mecanismos para escuchar los reclamos de las mujeres. No podemos dejar de exigir que también se generen allí cambios para que funcionen los mecanismos existentes y se creen otros nuevos que atiendan estas «nuevas» demandas. Así que mi conclusión transitoria es que las instituciones culturales sí deben actuar sobre las demandas siempre y cuando el caso en cuestión se haya dado en el marco de la práctica artística o en una situación derivada de ésta (relación de poder, clases, procesos de creación, castings, festivales, etc o donde la relación de poder afecte la practica).

A los cuántos señalamientos en redes sociales actuan las instituciones culturales.

Dicen que una funcionaria por quien tengo mucho respeto proponía que las denuncias en redes sociales deberían ser tomadas en cuenta por la instituciones cullturales siempre y cuando éstas vayan acompañadas de un «otro proceso» puede ser una demanda legal, un proceso en un consejo universitario, una relatoría, etc. Esto como un mecanismo para proponer un cierto cauce de acción para las instituciones y separar el legitimo afán de justicia por medio de la denuncia pública y los causes institucionales que necesariamente requerirán otros procedimientos. No se si sea lo correcto, pero es de las pocas propuesta concretas que he escuchado y creo que tiene sentido mencionarla aquí.

Sobre comisiones al interior de las instituciones:

La instauración de una comisión honoraria en las instituciones, que emita recomendaciones a las personas encargadas de seleccionar sobre casos que tengan relación con violencia de género. Una comisión rotativa (bienal o trienal) que tenga a dos mujeres y dos hombres la mitad de teatro y la mitad provenientes de campos especializados en violencia de género.

La comisión podría analizar los casos que presenten discusión y emitir recomendaciones públicas a los jurados o comités de programación en cuyas manos creo que debe seguir estando la selección de los beneficiarios de los recursos o espacios públicos.

                                                                Aun así…                     

Hay otra conversación pendiente sobre qué hacer con la obra de los artistas señalados. No se cómo podríamos pensar el cine mexicano de este siglo sin las películas de Reygadas.

Sobre un posible futuro y un futuro posible.

Es en la medida en la que asumamos que estamos frente a un nuevo paradigma y que habrá que re negociar muchos acuerdos tácitos que podremos ayudar a cambiar las cosas. Habra que redefinir lo que es la norma y plantear periodos de tiempo claros para tomar acciones a corto a mediano y a largo plazo. Sólo si generamos reglas claras podremos evaluarlas y ajustarlas. No va a ser una conversación fácil, pero no tendría porque serlo.

Lázaro Gabino Rodriguez.






[1] Quiero aclarar que este texto estará plagado de errores, porque aborda un tema al que me he acercado pero que de ninguna manera domino ni mucho menos. Pido una disculpa de antemano por las muchas imprecisiones terminológicas en las que estoy seguro que caeré.

[2]  He experimentado los dos primeros niveles, en particular con el caso de Carlos Gamboa, miembro de Lagartijas tiradas al sol, quien fue señalado en redes sociales por su ex pareja. En el grupo tuvimos muchas platicas e intercambios epistolares sobre qué hacer y cómo hacerlo. Nunca nos habíamos enfrentado a este tipo de dilemas. Después de discutirlo y en base a la información que teníamos y las conversaciones que mantuvimos, decidimos que lo correcto era seguir colaborando con él y no tener ningún pronunciamiento público. Había tensión y desasosiego, fueron muchas cosas puestas en la balanza, no fue sencillo, pero esa fue nuestra conclusión. Las personas y los colectivos transitorios podemos tomar decisiones con base a la información que tenemos y a nuestro sentir frente a un caso determinado, no así las instituciones a las que como ciudadanos exigimos protocolos claros con respecto a la toma de decisiones.

[3] No dudo que cometa muchas imprecisiones al relatar estos casos y pido una disculpa por anticipado, pero la falta de información oficial hace que me haya enterado de estos casos en twitter, facebook y demás arrabales. También es cierto que hay muchos más casos, pero las actividades profesionales a las que me dedico son el cine y el teatro, así que entiendo (es mucho decir) lo que pasa allí. También he dedicado tiempo a pedir becas, aunque con muy pobres resultados.

[4] Retomo un fragmento de un texto que publiqué en este blog con motivo de las elecciones de 2018 y que después volvimos audiolibro con Editorial Cascajo.

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