EL CASTILLO DE HAMLET

 

 

 

Viajar a un lugar.

Sentir la responsabilidad o la curiosidad de visitar los lugares históricos.

¿Qué buscamos cuando vamos a un sitio que ya no es lo que fue?

Los turistas corremos a las pirámides, a los castillos, a los coliseos, a las ruinas.

Un intentar a través de los vestigios acercarnos a una vida que ya pasó.

No nos basta viajar en el espacio, queremos viajar en el tiempo.

 

 


Llegamos a Dinamarca.

En cuanto supieron que trabajábamos en el teatro nos instaron a visitar Elsinore

porque ahí está el castillo de Hamlet.

Hamlet, el principe de Dinamarca, el personaje de Shakespeare.

El castillo tiene cierta importancia histórica

pero su gancho es la obra de teatro que “sucede” allí.

Tomamos un tren desde Copenhague.

En el trayecto me acordé de un texto que escribió mi hermano Matías a los 9 años.

Un poema que le escribió de regalo de cumpleaños a nuestro Papá.

Dice así:


Castillo

Este castillo, con dos torres, los pasillos están pulcros y listos para la llegada del rey, el contexto es hermoso, desde la torre más alta se puede admirar como rompen las olas contra la fortaleza. Al salir los sirvientes, la brisa marina golpea sus caras y los llena de regocijo, simplemente es un castillo hermoso.

Matías Rodríguez Otero

Marzo 7 2002

 



Nos bajamos en la estación de Elsinore

Caminamos 14 minutos.

Llegamos al castillo.

Lo primero que me sorprendió es que como en el poema de Matías,

el castillo tenía dos torres y está junto al mar.

 




Se sabe que Shakespeare no lo visitó nunca.

No hay evidencia de que haya pisado Dinamarca.

Pero aun así éramos decenas de turistas buscando el rastro

de Hamlet

de un personaje de ficción.

Buscando huellas de lo que nunca existió.

Había algo hermoso.

Pero me di cuenta que yo no estaba pensando en el príncipe.

Yo estaba viviendo el castillo

a través de otra ficción,

la del poema de mi hermano.

Y sí simplemente es un castillo hermoso.

 

 

 

 

Deja un comentario