ESTO NO ES UNA CRÍTICA SOBRE LA GRAN FAMILIA

Sabía pocas cosas sobre la obra La gran familia, sabía que trataba la historia de Mamá Rosa, que estaba producida por la CNT, que la música la había compuesto Leonardo Soqui, que había sido escrita por Claudio y Alberto Lonmitz, que era dirigida por este último.
Llegué al teatro con una pregunta: ¿Puede el teatro dramático abordar de manera compleja hechos específicos del presente o está condenado a simplificarlos? [1]
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Durante los últimos años Claudio Lonmitz ha sido una de las personas que ha marcado las coordenadas sobre las que pienso el país. Sus libros, columnas y la enorme cantidad de entrevistas/conferencias que hay de él en youtube han constituido un referente, un volcán.
A Alberto lo conozco desde hace mucho tiempo, es un director por el que tengo enorme respeto, sobre todo por el trabajo que desarrolló con la compañía Seña y Verbo.
Cuando leí La nación desdibujada (Claudio Lonmitz 2016) me interesé por la manera en la que enfoca los fenómenos y procesos relacionados con el presente de nuestro país. Siempre encontré un punto de vista sorpresivo, una relación inesperada, el planteamiento de ideas que me hacían reconsiderar mis prejuicios y mis convicciones.
En este libro está el ensayo: Michoacán. Fantasía de la familia, fantasía del estado. Aquí Claudio expone el caso de Mamá Rosa, en el que se basa la obra La gran familia, pero además lo espejea con un análisis sobre la manera en la que se constituyó la organización delictiva La familia michoacana, de este cruce resulta un relato fascinante y un cuestionamiento complejo sobre qué es la familia hoy, qué valores representa y cómo están operando en Michoacán.
El ensayo desarrolla temas muy profundos: desde la manera en la que el Estado coexiste con organizaciones de particulares que usurpan sus funciones hasta la imposibilidad de trasladar el ethos familiar a instituciones más grandes.
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La obra teatral La gran familia es un musical en el que se nos cuenta la historia de Mamá Rosa y la manera en la que construyó esa institución sui generis: La gran familia. Se nos muestra el nacimiento, el esplendor y la caída de aquel proyecto.
Teatro dentro del teatro. La obra a la que asistimos los espectadores que fuimos a la UNAM trata sobre un orfanato (¿se dice así?) en el que los niños/jóvenes que ahí viven están por presentar una obra de teatro. La representación que prepararon las niñas/jóvenes con ayuda de un profesor es la historia de aquel otro orfanato: La gran familia.
Tres de los jóvenes que participan en la obra, habían vivido en La gran familia antes de llegar a este nuevo orfanato. Así es que nos cuentan «su» historia y la historia del proyecto utópico/distópico de Mamá Rosa. Una vez terminada la representación, los tres huyen del orfanato para vivir en “libertad” en una familia electiva.
Desde el primer momento en el que las actrices se dirigen al público, se plantea un tono que establece que vamos a ver la hiper teatralización de una historia que aconteció en la realidad. No hay un afán por “copiar” la realidad sino por sugerirla/evocarla: actores que representan a niños con guantes cortados, sudaderas de gorro y paliacates amarrados en la frente; personajes que llevan carteles colgados al cuello con su nombre o cargo; muchos números musicales; la banda a vistas; varias actrices representando al mismo personaje; caballos imaginarios; telones pintados etc. Todos estos recursos que generan una distancia con el referente “real”.
Al mismo tiempo hay una intención explicita por acercarnos sentimentalmente a los personajes, bajo una perspectiva decididamente melodramática.
La diferencia de tono entre las dos obras de teatro (la que los personajes representan y la que “viven”) es mínima o inexistente.
En la manera de contar la historia de Mamá Rosa (la obra dentro de la obra) hay un importante esfuerzo, dramatúrgico, por abordar distintas aristas del caso. En la historia de los tres amigos me parece que no la hay.
Esto no pretende ser una crítica sobre la obra, no está en mis prioridades ni en mis capacidades. . Percibo que el proyecto fue encarado con toda seriedad, pienso que creativos y actrices apostaron fuerte, pero durante la obra a mi pregunta inicial se sumaron otras.
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¿Qué aporta el evento teatral a la conversación sobre el caso de La gran familia? ¿Aspira a visibilizarlo o a conmovernos? ¿De qué manera nos relacionamos con la representación melodramática/musical de un evento real? ¿Cómo nos ayuda el teatro a pensar o sentir un caso específico? ¿Qué conversación quiere proponer? ¿Qué le suma la obra al ensayo de Claudio? ¿El teatro “dramático” necesita de la abstracción para ser eficaz? ¿A qué aspira el teatro hoy? ¿Se puede tratar complejamente un tema social del presente desde el teatro dramático o el medio está condenado a simplificar?
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No tengo respuestas a (casi) ninguna de las preguntas anteriores.
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Durante los últimos varios años el teatro se ha volcado a trabajar sobre lo real, hay mucha literatura al respecto y no quiero simplificar, pero creo que en general este fenómeno obedece a la necesidad de muchas artistas por intentar influir (de las más variadas formas) en la manera en la que nos narramos el mundo, la vida. A la voluntad de complejizar nuestra mirada sobre la realidad y de paso cuestionar o combatir las narrativas hegemónicas sobre el mundo en el que habitamos.
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Mi hipótesis: si pienso en los proyectos que han tratado el presente y que me parece que han conseguido abrir perspectivas/reflexiones/discusiones que SÓLO pudieron haber sido abiertas desde el teatro, veo que comparten el problematizar la representación: ¿Quién y desde dónde va a representar a quién? ¿Qué representa lo que se está representando?.
El teatro no podrá nunca eludir el problema de la representación; y en La gran familia hay algunos flashazos que apuntan a abordar ese problema: un momento en el que los personajes dicen que están contando «su propia historia» y un momento en el que los actores de la obra (que hay dentro de la obra) deciden tomar las riendas y desobedecer al director para expresar lo que quieren a su manera. Pero la verdad es que nos mantenemos en un acuerdo en el que se da por sentada la atribución del derecho de representación y el rol del actor únicamente como medio para que exista el personaje.
Creo que es difícil que una obra abra una perspectiva sobre el presente si no hay una problematización sobre el mecanismo de representación, sobre quién está representando a quién y bajo qué acuerdo.
Esta no es una crítica a la obra La gran familia, es solo el intento de proponer una conversación sobre estrategias artísticas, sobre fines y medios, sobre mi certeza de que forma es fondo.
Me interesó esta obra por el talento y la inteligencia que hay en las personas que la hicieron.
Tal vez el teatro “convencional” (en cuanto al acuerdo de representación que establece[3]) no sea el más efectivo para hablar del presente. Tal vez ese acuerdo de representación está más íntimamente ligado a la abstracción de lo que sospechamos. Tal vez no aguanta nombres y apellidos. Tal vez el teatro, para referirse al presente, se tiene que mover de lugar. Tal vez.
Gabino Rodríguez
[1] Cuando me refiero al presente, en realidad me refiero al pasado reciente. Ya nos lo recordaba el poeta: El presente no existe/ se convirtió en ayer/ cuando intentaba alcanzarlo.
[2] Pienso en proyectos como Rwanda 94 de Groupov, pienso en trabajos de Milo Rau (Five easy pieces), pienso en algunos trabajos de Lola Arias (Mi vida después o Campo minado), pienso en Renzo Martens (Enjoy poverty) o Brett Bailey (Exhibit B)
[3] Me refiero a la idea de que existen una serie de personajes que serán representados por actrices y que éstas podrían ser unas u otras. Es decir, no reparar en los vínculos entre representantes y representados. En este caso los representantes son becarios del Estado y representan a personas que han sido olvidadas por el último. Ojo, esto no es una crítica, es solo una apreciación de una variable que me parece que es significativa. Tampoco estoy diciendo que se tengan, necesariamente, que usar las biografías de los actores para complejizar el acuerdo, hay muchas estrategias, lo que a mi me parece es que dar por sentado ese sistema hace que se dificulte abonar perspectivas sobre el presente.