La democracia y el horizonte

 

1.

Adueñarse de una palabra es apropiarse de la realidad que denota.

Pocas palabras se usan tanto como democracia, se usa tanto y se usa tan mal. Se le exalta como el único medio posible de salvar a nuestro país y también se le culpa de todas las desgracias que nos aquejan. Se le maquilla, se le confunde y volvemos a empezar.

En México llevamos meses en un proceso confuso que presupone como fin último la democracia. Confuso porque tenemos a un candidato para presidente al que la autoridad electoral acusó de hacer trampa para llegar a serlo, mismo que propuso cortarles las manos a los ladrones. Confuso porque como si tal cosa se han asesinado a más de cien personas vinculadas a las elecciones, porque la que fue la izquierda se alió con la derecha en un frente común que nunca quedó claro para dónde apuntaba, porque la PGR se lanzó contra uno de los candidatos,  porque la mayor “virtud” de uno de los candidatos era no pertenecer al partido que lo postulaba, porque el partido que se ubica a la izquierda de la que fue la izquierda se alió con un partido evangélico, porque en ese mismo partido militan antiguos miembros de todos los demás partidos, porque vemos a un grupo de artistas decir que aman, sí que aman, a un candidato. Y así.

Actualmente hay un desencanto enorme con la democracia en nuestro país y sobran los motivos: la impunidad, la extrema desigualdad, la violencia desbordada en muchas zonas del país, la falta de crecimiento económico, la imposibilidad de imaginar un futuro mejor, la pésima percepción que tenemos de los partidos, la corrupción omnipresente y un largo etcétera. Esto ha socavado las frágiles prácticas democráticas y han convertido un malestar en la democracia, en un malestar con la democracia.

Aun así la inmensa mayoría de los proyectos que buscan transformar la realidad de nuestro país, se siguen adscribiendo a la democracia como valor y como procedimiento.

Es por eso que me parece importante pensar los valores que sustentan el ideal democrático; entender, en la medida de mis posibilidades, en pos de qué ideal transitamos por este camino, me interesa pensar la democracia como fundamento y la democracia como instrumento. ¿Cuál es su sentido? ¿Qué es lo que hace a la democracia un horizonte deseable?

Pienso que las discusiones de procedimiento, institucionales y coyunturales alrededor de la democracia sólo adquieren sentido si tenemos presentes los valores que sustentan ese ideal, porque lo que se omite se olvida o por lo menos se subordina.

Este texto tiene un fin estrictamente personal, me sirvió para vivir este proceso electoral desde otro lugar, para pensar en las preguntas importantes:

¿Cómo organizar políticamente a la sociedad? ¿Cómo dar cauce a las distintas ideas, intereses e ideologías que conviven en todo grupo humano? ¿Qué procedimientos podemos usar para tomar decisiones? ¿Quién gobierna a los gobernantes? ¿Cómo vamos a vivir juntos?

2.

Definir la democracia desde su sentido etimológico, nos ayuda a darnos cuenta del origen de la palabra, pero no nos explica mucho más. Demos = Pueblo y  Krátos = Poder. Poder del pueblo. ¿Sobre quién? Sobre el pueblo mismo.

La democracia es una forma de organizar el poder político, en la que el que gobierna es también el gobernado. No hay una separación (más que pasajera) entre ambos. Esto implica una propuesta sobre la legitimidad del poder: el pueblo gobierna al pueblo, el pueblo es objeto y sujeto de gobierno, es decir que quien legitima al poder es el pueblo y nadie más.

La democracia se opone al gobierno de uno o unos pocos, se opone a la monarquía, se opone a la aristocracia y a la oligarquía. La democracia es contraria a que el que gobierna legitime su poder por lazos sanguíneos, por decreto divino o por la fuerza. No es la herencia (como en las monarquías), ni la fuerza (como en las dictaduras), ni Dios (como en las teocracias), la fuente de legitimidad para gobernar, sino el pueblo.

¿A quién nos referimos cuando decimos pueblo? ¿Quién compone al pueblo? ¿Cómo es que el pueblo (como quiera que se le defina) puede ser un ostentador efectivo del poder del que ha sido declarado titular?  

En Atenas en el siglo V a.C el pueblo estaba constituido por varones, adultos, libres, no extranjeros, eran aproximadamente uno de cada diez. La ciudadanía no es una aparición sino una construcción histórica, un proceso de ampliación que no ha llegado a un punto final. Hoy el pueblo en México está constituido por todas las personas mayores de 18 años con ciudadanía mexicana. Esta puede ser suspendida o eliminada como se estipula en el artículo 35 constitucional.

Pero el problema es que el pueblo no es un ente homogéneo, los ciudadanos no pensamos ni sentimos de la misma manera, por eso el pueblo como legitimador del poder y como entidad plural, tiene que encontrar mecanismos para funcionar. La democracia da espacio a lo propiamente político, es decir al planteamiento y posterior elección de alternativas en conflicto y dado que el pueblo es sujeto y objeto se requieren mediaciones y procedimientos que traduzcan en términos prácticos la soberanía popular.

Lo democrático no es que se gobierne para el pueblo, para su beneficio y bienestar, puede haber dictaduras que intenten hacer eso. Lo democrático no tiene que ver con el contenido político de un gobierno sino con la manera en que ese gobierno es constituido y legitimado. El gobierno democrático se sustenta y legitima en la soberanía popular.

Y decir que el pueblo es soberano, no implica una característica cualitativa, decimos que el pueblo es soberano aun en su derecho a equivocarse.

3.

Hay varios tipos de democracia, la separación principal se da entre la democracia directa y la democracia representativa.

La democracia directa es una democracia sin representantes en la que todos los ciudadanos se dan cita en un lugar y dirimen las decisiones, tradicionalmente las reuniones son de tipo asambleario. Esta democracia es la que se puso en práctica en Atenas; el pueblo se reunía en el Ágora y después de escuchar a los oradores tomaba una decisión. Esta democracia está limitada por los números, y el límite son los presentes observables; no puede existir una asamblea de 500,000 personas, no puede existir una asamblea en la que los participantes no se puedan ver.

La democracia directa también tiene la característica de que requiere mucho del tiempo de los ciudadanos, ya que ellos son los que discuten, deciden, ejecutan y evalúan. En El Contrato Social Rousseau recordaba que en Grecia trabajaban los esclavos.

En la democracia representativa el pueblo no se autogobierna, sino que escoge representantes. Estos se eligen por medio de elecciones y en ese momento se echan a andar una serie de mecanismos para la toma de decisiones.

La democracia representativa se comenzó a consolidar de la mano de dos factores: el primero, la ampliación del derecho al voto hasta llegar al sufragio universal (un pueblo menos excluyente) y por el avance del asociacionismo político que formó a los partidos políticos modernos. La democracia representativa es una forma para ejercer el poder político democrático en sociedades de masas, ya que permite una decisión eficaz por un número suficientemente pequeño de personas en nombre del mayor número. 

 

4.

La democracia tiene ciertos principios y ciertos valores en los que se sustenta el ideal y la práctica democrática. Hay dos principios fundamentales que buscan traducir en términos prácticos la soberanía popular.

                                                                   

                                                                           Principio de mayoría.

Principios {

                                                                           Principio de representación.

Principio de Mayoría: postula que, en ausencia de unanimidad, el criterio de decisión sea el que dicte la mayoría.

El principio de mayoría no pretende expresar un valor, es sólo una técnica, un método, un instrumento para la toma de decisiones. No tenemos que estar de acuerdo en la manera en la que vemos el mundo, pero el principio de mayoría en una democracia presupone que estemos de acuerdo en los procedimientos para dirimir las diferencias.

El principio de mayoría implica que cada persona es igual a un voto y esto que nos parece una obviedad no siempre fue así. En las sociedades las mayorías son transitorias y se configuran de maneras diferentes en momentos distintos y lo que es más importante el hecho de pertenecer a una minoría (transitoria) no implica que esa persona pierda sus derechos o quede a expensas de lo que la mayoría quiera. La minoría sigue teniendo voz en las democracias representativas.

Y ésta es precisamente la diferencia entre la democracia y los demás sistemas de gestión de lo político, para la democracia la coexistencia de la pluralidad es un valor que hay que preservar. El pluralismo es la convicción de que el disenso, la diversidad de opinión y el debate no son enemigos del orden político social. Es la convicción de que somos distintos y de que en cualquier grupo humano conviven maneras distintas de ver el mundo. La democracia es posiblemente el único sistema que mira a la diversidad como un valor y a la unanimidad la mira con sospecha.

La democracia podría también ser definida como el régimen político que busca ofrecer un marco institucional y normativo para la expresión, recreación, competencia y convivencia de la diversidad.

Representación: Las tareas gubernamentales, la elaboración, discusión e implantación de políticas públicas, sólo se pueden llevar a cabo por la vía de la representación.

Es decir que para realizar la democracia, la titularidad del poder (el pueblo) y el ejercicio del poder (el gobierno) se separan, para dar paso a todos los dispositivos instrumentales, de procedimientos y legales que la harán posible.

Si la democracia es gobierno del pueblo sobre el pueblo, el pueblo será en parte gobernado y en parte gobernante. Será gobernante cuando vota y gobernado durante el resto del tiempo. No debemos infravalorar ni sobrevalorar el alcance gobernante de unas elecciones, éstas están diseñadas como mecanismo para la coexistencia de una pluralidad de opciones políticas y para ofrecer una vía institucional y pacífica para nombrar y remover gobernantes.

Pero las elecciones suceden de vez en vez y entre los resultados electorales y las decisiones de gobierno se abre un amplio margen de discrecionalidad, así que en últimos términos, las personas no elegimos las políticas a seguir sino a los responsables de tomar esas decisiones. Éstas personas son elegidas por los ciudadanos, dentro de una oferta que tendría que ser capaz de expresar, articular  y representar los intereses y opiniones de la sociedad civil.

La representación implica que las personas nos reconozcamos en grupos, formemos un “nosotros”. Estos grupos buscan generar un punto de referencia para los representados y de ahí nacen los partidos políticos: de la necesidad de organizar y darle legibilidad a la pluralidad social.

Aún así, la participación en un sistema democrático no se puede limitar a votar. La vida pública y política de una comunidad no se agota en los procedimientos establecidos, hay infinidad de aspectos de la vida pública que escapan a este espectro. Ya Tocqueville elogiaba a las asociaciones voluntarias: la vida política al interior de sindicatos, partidos, colectivos y asociaciones son mini democracias que complementan la superestructura del estado democrático y dependiendo de su calidad ayudan a fortalecer o a erosionar la convivencia democrática. La participación ciudadana construye y modela el horizonte democrático.

5.

La democracia son procedimientos y son valores. Procedimientos para hacer viable el principio fundamental de la soberanía popular y  valores sobre los que recae el sentido último del sistema democrático. Es palabras de Montesquieu, son las pasiones que mueven a un régimen.

Tres valores han sido básicos para la creación de la democracia moderna y de su principio  constitutivo “ la soberanía popular”, libertad, igualdad y fraternidad; los tres fueron proclamados durante la Revolución francesa.

La igualdad en democracia no presupone una igualdad en todo, no se opone a las diferencias sociales ni culturales, no impide las distinciones por mérito o por capacidades no es igualitarista, es una igualdad para el pluralismo y la hay de dos tipos: jurídica y política: todas las personas son iguales ante la ley y todas las personas tienen derecho a postularse para gobernar.

Pero ¿qué es lo igual? Puedo decir que dos bolas de billar son iguales, pero aquí lo igual significa idéntico, pero cuando hablamos de igualdad entre seres humanos hablamos de un problema de justicia. Aristóteles decía: justicia es desigualdad, justicia es igualdad.

Pero él mismo diferenciaba entre igualdad aritmética e igualdad proporcional, una es lo mismo para todos y la otra es cosas iguales a iguales y desiguales a desiguales y por lo tanto lo mismo a los mismos.

A lo largo de los años las sociedades han comenzado a hablar diferentes tipos de igualdad y cada una de ellas plantea problemáticas particulares. Además de la igualdad jurídico- política, se habla de igualdad social, igualdad en las oportunidades e igualdad económica.

Tomemos como ejemplo la igualdad de oportunidades: esta igualdad no se limita a que todos tengamos nominalmente posibilidad de acceso a lo mismo, sino a la idea de que tenemos que tener las mismas oportunidades de tener esas oportunidades.

Una cosa es decir igual acceso a todo para todos en razón del mérito, y otra totalmente distinta es iguales condiciones de partida que den a todos iguales capacidades iniciales. Porque los puntos de partida iguales hay que fabricarlos, el pobre (asumiendo que todas las sociedades actualmente tienen asimetría económica) siempre estará en desventaja con el rico así que para tener puntos de partida iguales hay que tener tratamientos desiguales. La libertad de acceso a la oportunidades es anti-discriminatoria, se pretende que nadie sea excluido, pero los puntos de partida iguales implican discriminaciones compensatorias, por ejemplo las políticas redistributivas de que los ricos paguen más impuestos. Medidas desiguales a desiguales, pero lo mismo a los mismos.

La igualdad es un valor en sí misma, siempre que vaya unido a la libertad. De la libertad se puede llegar a la igualdad, pero la igualdad sin libertad es esclavitud.

Libertad. Una primera acepción define la libertad como la posibilidad de actuar, como ausencia de impedimento. La libertad existe en el marco de la legalidad y se institucionaliza en una serie de derechos: libertad de pensamiento, de expresión, de reunión, de asociación, de tránsito, de religión, etc. Pero ninguna libertad es absoluta, sino que está siempre limitada por la necesidad de no afectar las libertades de los demás.

Locke decía que donde no hay ley no hay libertad, Cicerón lo escribió más lindo: somos siervos de la ley para poder ser libres. Leer en las leyes una infracción de la libertad, es olvidar que las libertades en cuestión no son libertades interiores sino de relación, libertades entre individuos y grupos y, por lo tanto, orientadas a coexistencias en libertad. Es decir, que la libertad de uno encuentra su límite en el respeto a la libertad de los demás.

Las libertades están consagradas en derechos, los derechos son posibilidad de hacer o exigir. Y como hemos escuchado desde niños, a cada derecho de uno corresponde necesariamente un deber de otro, aunque no sea más que el de respetar el derecho del primero.

Marat preguntó: ¿De qué sirve la libertad a quién no tiene pan? A lo que Sartori contesta: ¿De qué sirve la falta de libertad a quien no tiene pan?

Fraternidad:

Cuando hablamos de fraternidad, no nos referimos a amistad. Toda sociedad democrática, para funcionar, requiere de la lealtad de sus ciudadanos hacia una serie de principios y valores políticos (libertad, igualdad, pluralismo). Una vez que estamos de acuerdo en esos valores entramos al terreno de cómo implementarlos, es y será un territorio a disputar. Lo único que no es posible es la coexistencia de principios de legitimidad que se contradigan a los valores y procedimientos democráticos.

Así que, a pesar de las diferencias y conflictos de interés o de opinión, los miembros de una sociedad no deben verse como enemigos sino como antagonistas transitorios. La fraternidad plantea que debemos concebir la política como una competencia pacífica entre adversarios. En democracia los conflictos no deberían excluir la cooperación y la cooperación no debería excluir los conflictos.

 

  1.  

La política y lo político no son lo mismo.

Lo político tiene que ver con aceptar la dimensión no erradicable del antagonismo que existe en las sociedades humanas.

Mientras que la política son el conjunto de prácticas, discursos e instituciones que intentan organizar la coexistencia humana en condiciones que son potencialmente conflictivas porque se ven afectadas por lo político.

La política no es un intercambio de opiniones, sino una lucha por el poder.

No tenemos el poder de eliminar los conflictos y escapar a nuestra condición humana, pero sí tenemos el poder de crear las prácticas, discursos e instituciones que permitirían que esos conflictos adopten una forma agonista. Es por eso que la defensa y radicalización del proyecto democrático exige reconocer lo político en su dimensión antagónica, y abandonar la ilusión de un mundo reconciliado en el cual el poder, la soberanía y la hegemonía hayan sido superados.

La democracia no tiene que ver con el consenso, sino con la producción de una representación conflictiva del mundo: un nosotros y un ellos que incluya campos opuestos con los que las personas nos podamos identificar. Por definición, el nosotros sólo tiene sentido en la medida en la que haya un “ellos” del cual se diferencia. Las identidades son en realidad el resultado de procesos de identificación, y  no son estables. Nunca nos enfrentamos a oposiciones nosotros/ellos que expresen identidades esencialistas preexistentes al proceso de identificación.

Amos Oz en su libro “Contra el fanatismo”, explica de manera muy clara que no todo conflicto tiene una solución racional satisfactoria para todas las partes involucradas, su argumento contradice a cierta tradición que se apoya en una idea muy sentimental, que predica que todo conflicto en el fondo es un malentendido. No es así. Existen conflictos en los que las dos partes quieren lo mismo de la misma manera y no existe malentendido ninguno que arreglar.

Así que lo propiamente democrático no es la superación de la oposición nosotros/ellos, sino el modo en el que se dirime esta oposición, lo propiamente democrático es el trazar esta oposición de manera que sea compatible con el pluralismo. La especificidad de la democracia moderna reside en el reconocimiento y la legitimación del conflicto y en el rechazo a reprimirlo imponiendo la violencia o un orden autoritario.

Chantal Mouffe habla del agonismo. Mientras que el antagonismo construye una relación  nosotros y ellos en la que las dos partes son enemigos que no comparten ninguna base en común, el agonismo establece una relación en la que las partes en conflicto reconocen la legitimidad de su oponente, aun sabiendo que sus posiciones en cierto tema son irreconciliables. En democracia el oponente no es alguien que debe ser erradicado, pero tampoco es alguien que necesariamente puede ser convencido.  

Es muy importante que la oposición nosotros y ellos sea constituida en términos políticos y no según las categorías morales de bien y mal. Cuando esto último sucede, no es que la moral esté relevando a la política sino que la política se está expresando en registro moral y el problema es que cuando los oponentes son definidos en términos morales y no políticos, no pueden ser concebidos como adversarios sino como enemigos.

7.

Mucha de la teoría política actual es incapaz de reconocer el rol de las pasiones como una de las principales fuerzas movilizadoras. En el campo de la política existe una dimensión afectiva en el hecho de votar y no siempre es un programa racional en defensa de los propios intereses, sino un complejo proceso de identificación.

Hay un intento por entender la política con un enfoque puramente racionalista y sería bueno el considerar la movilización de las pasiones y las formas colectivas de identificación. Es aquí donde las prácticas artísticas tienen un papel importante en la esfera pública.

 

8.

La democracia no es monolítica, en su interior hay  tensiones que se generan dependiendo del valor que se privilegia. La tensión entre igualdad y libertad es una de las más claras.

La democracia nació de una concepción individualista de la sociedad, es decir, de una concepción contraria a la concepción orgánica dominante en la Antigüedad y en la Edad Media según la cual el todo es primero que las partes. En democracia la parte no existe en función del todo, es decir que el individuo importa por sí mismo, más allá de la sociedad.

Aún así, las democracias que ponen el acento en la igualdad piensan que la sociedad debe ser considerada como el fin a moldear, mientras que las democracias que ponen el acento en la libertad considerar la libertad individual como fin en sí misma.

El liberalismo clásico es la teoría y praxis de la libertad individual. En el liberalismo la libertad es el fin último y la democracia un medio para conseguirla. Su preocupación central es proteger al individuo de las invasiones del poder público, se intenta garantizar una esfera en la que el Estado no pueda intervenir, de tal suerte que las libertades individuales puedan desplegarse sin interferencias. El liberalismo busca poner límites al poder del estado y reivindicar la autonomía individual: la libertad de pensamiento, de expresión, religiosa. Pero la democracia no sólo presupone que el estado no interfiera en zonas de la vida privada de las personas sino de incorporar a los ciudadanos a los asuntos públicos, que voten y sean votados, a ser no sólo representados sino representantes. La democracia para serlo debe incorporar al liberalismo, pero el liberalismo por sí mismo no construye democracia.

La democracia liberal durante muchos años se ha presentado como la única manera legítima en la que se puede gobernar y se propone como única y eterna. Nada más falso que esto, la democracia liberal es un tipo de democracia, pero hay otras.

Existe la democracia que pone el acento en la igualdad y considera que el gobierno debe intervenir en cuestiones económicas y sociales en pos de un ideal de justicia social. Es un enfoque sobre la democracia en la que se busca poner coto a la desigualdad, las ventajas y los privilegios de unos pocos, y favorecer a las capas populares. Una sociedad más igualitaria aún a costa de ciertas intervenciones del gobierno en la vida pública.

  1.  

El capitalismo es un sistema de gestión de lo económico, la democracia es un sistema de gestión de lo político y por muy entrelazados que nos puedan parecer hoy en día estos dos sistemas, no son la misma cosa.

La democracia puede convivir con diferentes sistemas económicos, lo que no puede es adoptar los valores de un sistema económico y funcionar acorde a ellos. Cuando se impone la lógica del mercado, sin duda se está yendo en contra de la parte igualadora del sistema democrático. El mercado (y el liberalismo) rechazan la idea de tener puntos de partida iguales y por lo tanto tratamientos desiguales.

Carlos Pereyra escribió: la producción capitalista requiere libre tránsito de mercancías, fuerza de trabajo, capital, etc. pero ello no significa que sea inherente a ese tipo de producción la existencia de formas democráticas de participación social.

Yo estoy a favor de una democracia con una política redistributiva. Y para que esta política se lleve a cabo se necesita intervención del estado. Y para tener un estado fuerte se requieren impuestos y los impuestos redistributivos (iguales entre iguales y desiguales entre desiguales) son un paso necesario para que el gobierno ejerza políticas redistributivas.

Hay que reconocer que existe una hegemonía, pero también que como existe ésta podría existir otra. No existe ninguna razón para pensar que no hay alternativa a la actual forma neoliberal de globalización. La tarea de la izquierda no es, pienso yo, rechazar los ideales democráticos porque estos no son puestos en práctica, sino luchar por su implementación y esto sólo puede llevarse a cabo desafiando el modelo neoliberal, que implementa los valores del mercado a la política.

10.

Toda experiencia democrática se desarrolla en la tensión que se genera entre el deber ser y el ser. Ningún estado existente es la realización plena de los principios y valores que sustentan el ideal democrático. Toda realización es y será imperfecta. Los ideales nacen en oposición a lo real y su función es contrapesar la realidad y sí son realizables, siempre que entendamos que por definición son realizables en parte.

Elegir gobernantes, tener diversas opciones electorales, expresar discrepancia, constituyen lo mínimo que puede ser llamado democracia.

Cuando hablamos de democracia hay dos niveles su definición prescriptiva y su definición descriptiva. Es un error confundir una prescripción con una constatación.

Muchas veces se compara el ideal del comunismo con las atrocidades que se cometen en las democracias existentes. Pero es un error comparar ideales con realidades, los ideales deben ser comparados con ideales y las realidades con realidades. Entonces cuando alguien dice que no cree en la democracia porque la realidad efectiva la desmiente se presupone que esa persona cree en otros valores.

Yo creo que en esto creo.

Gabino Rodríguez.

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