Estamos hechos para el sueño, no tenemos órganos adecuados para la vida, no somos más que peces que se empeñan en volar

 

Extracto del texto publicado en La tempestad de marzo 2018

 

Estamos hechos para el sueño, no tenemos órganos adecuados para la vida, no somos más que peces que se empeñan en volar.

(Apuntes sobre la actuación en el cine para jóvenes poetas)

Me parece que los actores no nos pensamos como deberíamos, nos pensamos poco y nos pensamos mal.

Este texto es, ante todo, un homenaje a los actores.

Surge de la necesidad de poner en orden ciertas ideas que a lo largo de varios años de trabajar como actor he intuido, leído o escuchado. No hay en estas páginas, la intención de producir una teoría sobre la actuación, nada más lejos de mis intenciones y de mis posibilidades. El fin es más modesto: organizar lo pensado y compartirlo, pensar la actuación y sus implicaciones.

En pocos ámbitos he sentido la confusión que impera en las escuelas de actuación. Una mezcla insalubre entre esoterismo, vanidad, sumisión y malos entendidos. A pocas carreras los alumnos llegamos con ideas tan vagas sobre lo que vamos a aprender y lo que creemos que queremos hacer.

Lo vuelvo a intentar: este texto me hubiera gustado leerlo cuando empecé a actuar.

Entonces, este texto está dirigido a Gabino Rodríguez Lines, cuando tenía 17 años, allá por el 2000. Fue en aquel tiempo en el que decidí que me iba a dedicar a la actuación. Como era de esperarse no sabía muy bien lo que hacía, ni tenía claro qué significaba actuar, ni siquiera sabía bien a bien qué hacía un actor, además de actuar, por supuesto. Pero había una intuición, un irresistible llamado a ser mirado mientras hacía algo, ganas irrefrenables de expresar algo que no sabía expresar en la vida y que intuía podía hacerlo frente a una cámara, es decir, frente a los ojos de alguien más.

Estas ideas, me imagino, me ayudarán a afrontar con un poco más de claridad los años siguientes.

Espero que lo leas con interés y que hagas películas bellísimas.

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No hay asesinato. No hay asesino. No hay 

detective. Sólo un hombre desaparecido que no va 

aparecer

Gerardo Arana

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Muy jóvenes actores, no olviden que:

Ustedes tienen una contribución especial en la sociedad, su papel consiste en inventar la manera en la que vivimos las cosas, las sentimos y las pensamos. La manera en la que trasladamos la vida a nuestros cuerpos. La representación de la vida genera un marco de lo posible dentro del cual se enmarcan las posibilidades vitales que tenemos los seres humanos.


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Ustedes inventan el mundo y secretamente todos los humanos estamos en deuda con ustedes.


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Cargan el mundo a cuestas. Cada vez que hacen algo en serio, vital e inteligente, se echan el mundo a la espalda. Nos ayudan a vernos viviendo, gracias a ustedes aprendemos a vivir y aprehendemos la vida.


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Los poemas cristalizan en palabras un pedazo de la vida. Los actores tienen su cuerpo para eso. Son “poemas primitivos”, una extraña especie de suicidas temerarios que lo pueden todo.


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Actuar es ese fallido esfuerzo por aprehender la vida, pero no por imposible menos necesario. La tarea es gigante, lo más seguro es que fracasen, pero habrá que intentarlo, una y otra vez. Como dicen por ahí: Inténtalo de nuevo. Fracasa de nuevo. Fracasa mejor.


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Corrigiendo a Bolaño: “La actuación se parece mucho a la pelea de los samuráis, pero un samurái no pelea contra otro samurái: pelea contra un monstruo. Generalmente sabe, además, que va a ser derrotado. Tener el valor, sabiendo previamente que vas a ser derrotado, y salir a pelear: eso es la actuación.


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Ustedes son responsables de la vida de los otros una, dos o seis horas.


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Nunca olviden que en las películas serán espectros. Vestigios de un mundo que inexorablemente va quedando atrás.


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El poeta escribió en la arena del desierto: ni pena, ni miedo. 


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No pueden tener miedo. Nosotros ya tuvimos mucho miedo. Ya vimos que no pasó nada, ya estamos grandes para eso. 

Gabino Rodríguez[1]

[1] Nada es mío todo es robado.

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