Cuando moriste, Bantú, yo estaba fuera de México.
No se cuando fue la última vez que te vi, pero supongo que fue un día triste
porque casi siempre te visité cuando me sentía triste.
No me despedí de ti. No dio tiempo.
Tal vez porque yo pensé que los gorilas no se morían nunca.
Hace unos días fui al zoológico de Berlín para visitar al gorila y
tiene tu misma mirada.