Demmóstenes y Filipo y el presente mexicano

La marcha del domingo (#vibraméxico) fue un claro reflejo del complejo archipiélago político que es la Ciudad de México. Una marcha que se dividió en dos marchas o en tres, y que se iban a encontrar pero que después siempre no, aunque al final parece que sí se encontraron. La manifestación terminó en el Ángel de la Independencia con una participación muy por debajo de la esperada y una batalla de gritos entre los que insistían con «Unidad» y los que repetían «Fuera peña».
No estoy en la ciudad, así que no me plantee con seriedad el dilema de si asistir o no a la marcha. Creo que no hubiera ido. Pero ante la avalancha de descalificaciones de todos contra todos que vi en los medios y mi necesidad de pensar el presente del país, cerré la computadora.
Encontré este texto en el que Demóstenes (S. IV a.C.) muestra su oposición al proyecto expansionista de Macedonia y critica a sus conciudadanos.
Dicen por ahí: el pasado no está muerto, ni siquiera es pasado.
Lo peor del pasado resulta precisamente la mejor arma de cara al futuro
Si os fijáis bien, encontraréis que la culpa debe achacarse a aquellos que han sido más proclives a agradaros que a deciros lo que mejor convenía; de entre los cuales, atenienses, algunos, pendientes tan solo de sacar a flote cuanto puede reportarles fama y poder, no tienen previsión de futuro ni creen a su vez, que vosotros debáis tenerla.
Otros, acusando y calumniando a los que ocupan cargos públicos, no consiguen nada de nada, más que obligar a la propia ciudad a imponerse a sí misma los castigos que le corresponden y a enfrascarse en estos menesteres, en tanto Filipo tienen carta blanca para decir y hacer lo que le venga en gana.
Tal politiqueo os resulta ya familiar, y es, por cierto, factor que acarrea calamidades. Os pido, pues, atenienses, que aunque os diga la verdad con franqueza, no se derive de ello ningún rencor vuestro contra mí: creéis necesario que en los demás asuntos todos los ciudadanos tengan una libertad de expresión semejante hasta el punto de que hacéis partícipes de ella incluso a los extranjeros y a los esclavos, y cualquiera puede ver en nuestra ciudad a muchos criados que dicen lo que desean con mucha más libertad aquí que los ciudadanos en algunas de las demás ciudades; pero la habéis desterrado por completo de las deliberaciones políticas.
Así que los resultados son que en las asambleas de estáis pasivos y no prestáis oídos más que a todo cuanto vaya encaminado a daros gusto, en tanto que en los asuntos políticos y en los acontecimientos que están ocurriendo últimamente estáis ya sumidos en los mayores peligros. Si de verdad permanecéis todavía en esta actitud, no tengo nada que deciros. Pero si queréis escuchar sin halagos lo que os conviene, estoy dispuesto a hablar, pues aunque la situación política es nefasta y se han abandonado muchas cosas, es posible aún, si queréis actuar como es debido, enderezar toda esta situación.
Tal vez sea una paradoja lo que voy a decir, pero es verdad: lo peor del pasado resulta precisamente la mejor arma para el futuro. ¿Qué es ello? Pues que la situación es muy mala porque vosotros no habéis hecho ni poco ni mucho de lo que debíais, ya que si se hallase así habiendo realizado vosotros todo lo que había que hacer, no existiría ni siquiera la esperanza de que pasara a ser mejor. Mas ahora Filipo ha vencido nuestra desidia y despreocupación, pero no ha vencido, vosotros no habéis sido derrotados; es que ni siquiera os habéis movido.
Gabino Rodríguez.
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