LAS COSAS VAN A CAMBIAR

Autocrítica (evocadora y alabatoria) de Gabino Rodríguez a La última película.
La película empieza con varios rostros filmados en primer plano
rostros disfrazados de otro tiempo, pintados, brillosos y falsos.
En algún momento uno de ellos dice: ya me cansé.
Comenzamos.
Desde el principio la película revela su carácter de construcción y cascajo
su artificialidad, su pedirle al otro que haga, que pose, que diga
que se asuma como lo que no es: maya, apocalipsis, genio o fin de raza.
Vemos una montaña de celuloide que se quema y el humo que despide
impide respirar a un hombre, que será después todos los hombres
frente a un espejo emprende el viaje del héroe, toda la humanidad a la espalda.
Una película dentro de una película, la última y la antepenúltima, son una.
Desde que el director nos explica su proyecto asistimos a un milagro:
la obra como utopía, el arte como proyecto de transformación de lo humano
una película que rompe con todo lo que se ha hecho antes, que lo trasciende.
Oír a un artista enunciar esos objetivos nos sonroja, nos incomoda; yo lloro.
Desde hace cuánto se nos olvidó que las películas cambian vidas, en qué año
dejamos de perseguir un sueño y nos conformamos con tener un trabajo.
Es maravilloso oír a alguien hablar de una manera que ya no se usa,
una forma que pertenece a las expediciones de finales del siglo quince,
como se hablaba de los proyectos que querían cambiar al mundo para siempre.
Dice Alex: voy a hacer lo más místico que se ha producido en el cine.
¿Qué es lo interesante? se preguntan en algún momento los personajes,
a la par que un viejo baila en Xcambo y unas viejitas reflexionan sobre el pasado,
un pasado que ellas son y no son, ancianas que cerca de la muerte miran atrás.
Una comedia mística, un guía que no sabe nada, un trío de actores perdidos,
una chica con un boom sigue con atención una escena que no es nada, un caballo, una cárcel y ¡hasta la canción de la llorona! No se puede pedir más.
La última cena preparada por un chef que cocina algo que ya no es comida o
lo es de una manera irreconocible para nosotros los mortales ¿cuánto cuesta la cena? ¿cuánto la película? La cocina y el cine serán, sí o sí, otra cosa mañana.
La última película, es un homenaje al cine como medio y como fin, una reflexión de nuestra relación con el pasado y con nuestras ruinas y con nuestro tiempo.
El guía dice: memory is very fragile but garbagge last forever.
Escena faltante.
La película se corta y vemos unas imágenes de un viaje, oímos una canción.
El pasado toma consistencia en el presente a través de una emoción obvia, elemental y potente. El pasado nos alcanza en forma de videoclip. Click.
Las ruinas son la prueba de que las cosas se acaban, de que nada
dura para siempre. Y de que es mejor así. Una manera de entender el cine,
es decir el mundo, se extingue. Y es mejor así. Es mejor así. Así.
El mundo prehispánico y nuestra manía de enaltecer lo que no conocemos,
ni entendemos, ni queremos cerca. El museo es el único lugar donde
está en paz ese mundo, por inofensivo y domesticado. Por pulcro.
Asistimos en Chichen Itza, a la “celebración» “del” “fin” “del” “mundo” supuestamente predicha por los mayas y fechada para el 21 de diciembre de 2012. En una escena despiadada Alex se burla de los asistentes y sus vidas.
La cámara queda de cabeza, como el mundo que vemos. Una declaración de guerra al relativismo cultural, una oda a la incorrección política y una catedral
al humor, en cuyas conversaciones nos preguntamos:
¿En que momento se jodió el Perú y México y el cine?
El mundo no se acabó y eso lo vemos en un periódico ilustrado
con imágenes de películas de Hollywood que ya se había apropiado
del apocalipsis desde hacía mucho tiempo antes que los mayas figuraran.
Se quema más celuloide. Un ritual sin rito, una escena de amor sin amor ni sangre, un mensaje de agradecimiento digno de un político improvisado, un balance
que cambia el discurso completamente y aniquila lo anterior.
El rodaje se transforma en mito, se inmola.
La última película trata de contarlo todo. Como si no hubiera mañana. Y es cierto que no lo hay. No hay mañana pero hay futuro, es decir ficción. Como dijeron en twitter:
La última película es la prueba de que el cine del siglo XXI me va a encantar.
Gabino Rodríguez
Nada es mío todo es robado